Seleccionar página
Aprender un idioma

Se dice que todo en la vida tiene sus ventajas y sus inconvenientes y, hasta hace bien poco, yo también lo creía. De hecho, era una fiel defensora de la frase: “la moneda siempre tiene dos caras”. Lo típico que escuchamos y aplicamos en todos los contextos de nuestro día a día: que el azúcar es necesario, sí, pero tampoco te pases que da diabetes; que el deporte es sano, sí, pero no te excedas que te lesionas; que soltero se está bien, sí, pero… En fin, para opiniones, colores.

Ahora bien, desde mi punto de vista, hay cosas en la vida que solo nos benefician y una de ellas es encomendarse a la tarea de aprender un idioma nuevo. La lista de ventajas es infinita, y la de inconvenientes, inexistente. Sin embargo, aún a día de hoy, veo que para muchas personas el aprender un idioma nuevo se percibe como una obligación, más que como una actividad de disfrute y desarrollo personal. Probablemente, esto pueda tener su raíz en el colegio, donde, en muchos de los casos, las asignaturas de lenguas extranjeras se reducen a la mera memorización de un determinado contenido. Cuando, en realidad, el estudio de una lengua extranjera supone adquirir una herramienta para la comprensión y el conocimiento de la vida, de la historia y de las sociedades y sus culturas y, más aún, de su gente. Todo esto sin nombrar la razón más obvia por las que la mayoría de las personas comienzan a estudiar un idioma extranjero, que es la de abrirse las puertas a nuevos mercados laborales facilitando la inserción laboral; o las razones científicas, que defienden que el aprendizaje de un idioma favorece la agilidad y la destreza mental, retrasando la aparición de enfermedades como, por ejemplo,  la demencia.

En fin, como ya he dicho, la lista de beneficios incluye razones para rebatir todo tipo de argumentos. Para mí, como traductora e intérprete, lo más valioso que me ha aportado el dominar varios idiomas es ser capaz de conocer varias culturas sin la barrera lingüística y sin la visión sesgada que supone el propio idioma materno. Por ejemplo, en alemán, existe la palabra “Fernweh”, cuya traducción aproximada al español, sería “nostalgia de viajar al extranjero”. Esta palabra pone de manifiesto que para esta cultura el viajar al extranjero es un aspecto muy arraigado, hasta el punto de considerar a alguien “pobre” sí no puede permitírselo. En danés, podemos encontrar la palabra “hygge” que describe la sensación de lo acogedor que sería, por ejemplo,  la idea de sentarse cómodamente a calentarse las manos frente a una chimenea en una fría tarde de invierno. En español, por su parte, los ejemplos también son innumerables. Siempre me han parecido muy interesantes las expresiones relacionadas con el mundo taurino que es un tema cultural español (aunque en Canarias no especialmente),  y que otros idiomas y culturas no comparten: “salir por la puerta grande”, “que nos coge el toro” o “echar un capote”.

Conocer otros idiomas es, para mí, una manera de describir las realidades que se viven en otros lugares del mundo y en sus culturas y que nos permite entenderlas desde dentro. Una habilidad y destreza muy valiosa y valorada en este mundo globalizado y cada vez más interconectado.

Autora:

Sheila De La Nuez Rivero

Creadora de contenidos. Especialidad idiomas.

Desde Innoproodos, agradecemos profundamente las palabras de Sheila. Además de trabajar con nosotros como creadora de contenidos de idiomas, nos ha mostrado su entusiasmo y pasión por su profesión. Ha sido un placer contar con ella en el equipo de trabajo, ya que es capaz de adaptarse rápidamente, transmitir buena energía y proponer ideas para mejorar los resultados. Con personas como ella, todo se hace fácil.