La formación continua se ha convertido en una necesidad imprescindible para las personas profesionales de todas las áreas. No solo es una herramienta clave para el crecimiento personal y profesional, sino también un factor determinante para el éxito y la competitividad de las organizaciones. Por lo tanto, no sólo beneficia a nivel individual, sino que también lo hace a nivel colectivo. Pero… ¿cómo influye realmente en el entorno laboral? ¿Existe alguna manera eficaz para implementarla en una empresa?
La formación continua camina de la mano de las necesidades actuales de la población, insaciable de conocimiento e información, acompañada de las nuevas tecnologías y las cada vez más difusas fronteras que bloquean los datos a los que podemos acceder. Ante tanta curiosidad y afán por seguir mejorando, era de esperar que el mercado laboral actuase de una manera parecida al resto de esferas de la sociedad.
¿Qué es la formación continua?
La formación continua se refiere al proceso de seguir adquiriendo conocimientos y habilidades a lo largo de la vida profesional. Abarca una amplia gama de actividades, desde cursos y talleres hasta seminarios, conferencias, certificaciones, y autoaprendizaje mediante libros, artículos, y plataformas de e-learning. Esta práctica no solo se limita a aprender nuevas habilidades técnicas, sino también a desarrollar competencias blandas, como la comunicación, el liderazgo, y la gestión del tiempo.
Son muchas las ventajas que se pueden obtener a través de la formación continua, especialmente por la gran diversidad de formaciones existentes. En primer lugar, ¿qué beneficios puede obtener el personal con la formación continua? La consecuencia directa es el desarrollo profesional y personal, ya que todo lo aprendido en el trabajo podrá ser aplicado en el hogar o en la esfera personal. Además, una persona bien formada es más probable que se sienta competente y valorada en su puesto de trabajo, lo que a su vez puede mejorar su satisfacción laboral y reducir el riesgo de agotamiento profesional. ¿En qué más influye a nivel individual?
- Mayor empleabilidad: tener habilidades y competencias actualizadas atraerá mejores ofertas de trabajo.
- Adaptabilidad al cambio: si nos encontramos en constante actualización, nos adaptaremos mejor a los cambios que se produzcan en el mercado laboral, permitiéndonos continuar siendo eficaces en los roles que desempeñemos.
- Mejora de competencias blandas: las conocidas soft skills, como la comunicación, el liderazgo y la gestión del tiempo, son cada vez más valoradas por las empresas, además de facilitar la colaboración, mejorar la eficiencia y promover un ambiente de trabajo positivo.
¿Y qué ocurre si miramos desde el punto de vista de las empresas? Porque estas entidades buscarán su beneficio, y si están fomentando la formación continua en su interior, es porque son conscientes de sus ventajas:
- Aumento de la productividad: cuando el personal está bien formado, repercutirá favorablemente en su rendimiento y en la productividad de la empresa, optimizando procesos y mejorando la calidad del trabajo.
- Reducción de la rotación de personal: al valorar el desarrollo profesional del personal, se mejora también su satisfacción y compromiso.
- Innovación y competitividad: si se promueve una cultura de aprendizaje y desarrollo constante, se estará al tanto de las últimas tendencias y tecnologías que puedan dar una ventaja competitiva a la empresa, aportando ideas y soluciones creativas.
- Mejora de la calidad del servicio: con una mejor preparación se ofrecerá una atención al cliente excelente, resolviendo sus problemas de forma efectiva, mejorando no sólo la calidad del servicio al cliente sino la reputación de la empresa.
¿Cómo implemento la formación continua en mi empresa?
Para que la formación continua sea efectiva, es crucial que las empresas implementen estrategias bien planificadas y alineadas con sus objetivos organizacionales. No es un… “Ay, qué interesante me parece este curso de contabilidad, voy a hacer que mi personal lo haga”. Para nada. Hay mucho trabajo para encontrar la formación adecuada para el personal de una organización. El primer paso para implementar la formación continua es identificar las áreas en las que las personas empleadas necesitan mejorar. Esto se puede lograr a través de evaluaciones de desempeño, encuestas de personal, y análisis de brechas de habilidades. Con esta información, las empresas pueden diseñar programas de formación que aborden específicamente estas necesidades.
Se debe tener en cuenta que existe una gran variedad de métodos de formación para adaptarse a distintos estilos de aprendizaje, necesidades y preferencias. Desde cursos presenciales hasta virtuales, talleres, seminarios, programas de mentoría… Al ofrecer tantas alternativas, las empresas podrán garantizar que todo el personal pueda acceder a esta oportunidad de formación. Además, la tecnología ha revolucionado la formación continua, haciendo posible el acceso a recursos de aprendizaje en cualquier momento y lugar.
Para que la formación continua sea verdaderamente efectiva, debe formar parte de la cultura organizacional. Por lo tanto, las empresas deben fomentar un entorno en el que el aprendizaje y el desarrollo sean valorados y apoyados por la organización. Esto puede incluir el reconocimiento y la recompensa de las personas trabajadoras que participan en formación continua, así como la creación de oportunidades para que compartan sus conocimientos y habilidades con sus colegas, sin olvidar el tenerlo en cuenta de cara a los planes de carrera y las opciones de promoción interna.
Posteriormente y no menos importante, las empresas deberán medir y evaluar el impacto de sus programas de formación continua para asegurarse de que se están alcanzando los resultados deseados. Recordemos que toda formación debe tener un objetivo final, ya que para haber seleccionado un curso específico se debe haber cerciorado de que es el más adecuado para que el personal adquiera una serie de competencias que mejorarán su bienestar o habilidades en su puesto de trabajo. ¿Cómo se mide y evalúa el impacto? Lo más habitual es mediante:
- Indicadores de desempeño
- Encuestas de satisfacción del personal
- Evaluación de la aplicabilidad de las habilidades adquiridas en el puesto de trabajo
Con la información que las empresas recopilen podrán ir ajustando y mejorando sus programas de formación de manera continua.
Al implementar estrategias efectivas de formación continua, las empresas pueden fomentar una cultura de aprendizaje y desarrollo constante, asegurándose de que sus empleados y empleadas estén bien preparados para enfrentar los desafíos del futuro. Invertir en la formación continua no solo es una inversión en el capital humano de la empresa, sino también en su éxito a largo plazo.